La integración de los perros en el núcleo familiar ha impulsado la producción de oxitocina, clave en el vínculo social entre humanos y caninos y responsable de su tercera fase evolutiva
La domesticación de los perros ha sido uno de los procesos más fascinantes y prolongados en la historia de la humanidad, una relación que ha transformado radicalmente tanto a los caninos como a sus compañeros humanos. Sin embargo, estudios recientes sugieren que esta transformación no ha terminado, y los perros podrían estar entrando en una tercera fase evolutiva en los perros. Investigaciones realizadas en la Universidad de Linköping, Suecia, indican que una sustancia química conocida como oxitocina, comúnmente llamada la «hormona del amor», está jugando un papel crucial en esta nueva etapa evolutiva. Esta hormona no solo refuerza el vínculo emocional entre los perros y sus dueños, sino que también está afectando la genética y el comportamiento social de los perros de una manera sin precedentes.
Historia de la domesticación canina
De lobos a compañeros de trabajo
La domesticación de los perros se remonta a más de 30,000 años, cuando los cazadores-recolectores humanos comenzaron a socializar con lobos salvajes, según estudios arqueológicos. Estos primeros encuentros entre especies fueron impulsados por una relación mutuamente beneficiosa: los lobos ofrecían protección y habilidades de caza a cambio de alimentos y refugio. A lo largo del tiempo, los humanos comenzaron a criar lobos que mostraban comportamientos más dóciles y menos agresivos, lo que eventualmente condujo a la aparición de los primeros perros domésticos.
Durante miles de años, los perros desempeñaron un papel crucial en las sociedades humanas. Fueron utilizados como animales de trabajo, ayudando en la caza, el pastoreo y la vigilancia. En este periodo, el vínculo entre humanos y perros era eminentemente funcional. Los perros eran valorados por su capacidad para realizar tareas que beneficiaban directamente a sus dueños, y la selección natural favorecía aquellos rasgos que hacían a los perros más eficientes en sus roles.
Antes de seguir te recomiendo un artículo publicado en nuestra web titulado, Del lobo al https://k9rescate.com/del-lobo-al-perro/perro, una historia compartida, la domesticación de los lobos, un proceso misterioso y repetido a lo largo de la historia. Donde iniciamos una serie de reportajes a lo largo de los cuales, exploraremos los misterios de la domesticación, desde los primeros pasos de los lobos hacia la convivencia con los humanos hasta el impacto que esto tuvo en la supervivencia y el desarrollo de ambas especies. Te invitamos a descubrir cómo estos majestuosos animales cruzaron la línea entre la vida salvaje y la sociedad humana, adquiriendo nuevas formas, comportamientos y roles que cambiaron para siempre su destino y el nuestro.
La segunda fase de domesticación: de trabajadores a compañeros
Con la llegada de la revolución industrial y los cambios en el estilo de vida humano, el papel de los perros comenzó a transformarse. De ser animales de trabajo, los perros empezaron a ser vistos cada vez más como compañeros cercanos, parte de la familia. Esto se debió en parte a los cambios en las estructuras sociales humanas y a la urbanización, que redujo la necesidad de perros pastores o cazadores en las ciudades. Los perros se convirtieron en animales de compañía y, eventualmente, en “mascotas” tal como las conocemos hoy en día.
El avance científico también desempeñó un papel en esta transición. La cría selectiva permitió que los humanos moldearan las características físicas y temperamentales de los perros, lo que llevó al surgimiento de las diversas razas actuales, cada una con habilidades y temperamentos específicos. En esta etapa, los perros dejaron de ser meramente útiles para el trabajo físico, y sus rasgos más valorados comenzaron a ser su lealtad, compañerismo y capacidad para interactuar con los humanos.
La tercera fase evolutiva impulsada por la oxitocina
El papel de la oxitocina en la evolución del perro
La nueva investigación realizada por la Universidad de Linköping ha revelado que la relación entre humanos y perros está entrando en una tercera fase evolutiva, influenciada por la hormona oxitocina. Esta sustancia, conocida como la «hormona del amor» por su papel en la creación de vínculos emocionales entre los individuos, está teniendo un impacto profundo en la biología de los perros. Los investigadores han descubierto que, a medida que los perros se han vuelto compañeros cada vez más cercanos de los humanos, su producción de oxitocina ha aumentado, lo que está influyendo en su comportamiento social.
El estudio, publicado en 2017, se centró en la reacción de los perros a la oxitocina en situaciones de estrés o dificultad. Los investigadores realizaron un experimento con 60 golden retrievers, a los que se les presentó un desafío aparentemente imposible de resolver: abrir un frasco sellado con golosinas dentro. Tras aplicarles una dosis de oxitocina vía aerosol nasal, los perros mostraron una mayor tendencia a buscar ayuda de sus dueños en comparación con aquellos que recibieron una dosis de solución salina. Estos resultados sugieren que la oxitocina no solo refuerza los lazos emocionales entre perros y humanos, sino que también modifica la disposición de los perros a cooperar y depender de los humanos.
Impacto genético de la tercera fase de domesticación
La evolución de los perros no es solo conductual; los cambios en sus comportamientos sociales también están afectando su genética. El estudio de la Universidad de Linköping mostró que las variaciones en los genes que controlan los receptores de oxitocina están relacionadas con las habilidades sociales de los perros. Los perros que tienen una mayor sensibilidad a la oxitocina son más propensos a interactuar con los humanos y a buscar su compañía cuando enfrentan desafíos.
Este hallazgo sugiere que la tercera fase de domesticación está afectando directamente la biología de los perros. A medida que los humanos seleccionan y crían perros con características que los hacen más aptos para la vida como mascotas, como la sociabilidad y la capacidad de formar vínculos emocionales fuertes, la evolución genética de los perros está siendo moldeada en tiempo real. Los perros que muestran una mayor sensibilidad a la oxitocina son más aptos para sobrevivir y prosperar en un entorno humano moderno, lo que puede llevar a cambios biológicos en futuras generaciones de caninos.
Los cambios en el comportamiento social de los perros
De animales de trabajo a miembros de la familia
Uno de los cambios más evidentes en la tercera fase de la evolución del perro es su papel en la sociedad humana. Si bien durante miles de años los perros fueron empleados principalmente como animales de trabajo, hoy en día son considerados miembros de la familia en muchas culturas. Este cambio ha tenido implicaciones importantes no solo para la relación humano-perro, sino también para la forma en que los perros interactúan con su entorno.
El concepto de «perrhijos» ha ganado popularidad en las últimas décadas, especialmente entre las generaciones más jóvenes que ven a sus perros como una parte integral de sus hogares. Este fenómeno refleja un cambio profundo en la manera en que los humanos valoran a los perros, no solo como compañeros sino como seres con derechos y necesidades emocionales. Para los científicos, este cambio en la dinámica social entre humanos y perros está directamente relacionado con el aumento de la producción de oxitocina en los caninos, lo que fortalece aún más su dependencia emocional de los humanos.
Implicaciones para el futuro de la evolución canina
El impacto de esta tercera fase de domesticación aún está en estudio, pero los expertos anticipan transformaciones profundas en la biología, el comportamiento y el rol de los perros en la sociedad humana. A medida que los humanos continúan seleccionando y criando perros para que se adapten mejor a entornos domésticos y urbanos, no solo se están alterando sus capacidades emocionales, sino también su fisiología y genética.
Por un lado, la creciente dependencia emocional hacia los humanos podría intensificarse en las próximas generaciones, haciendo que los perros sean aún más sensibles a las señales sociales y emocionales humanas. Esto podría tener ventajas, como una mayor eficiencia en el adiestramiento de perros de servicio o terapia, así como en tareas especializadas como el rescate o el apoyo emocional.
Sin embargo, esta evolución también plantea desafíos. La fuerte dependencia emocional puede hacer que algunas razas sean menos independientes y más vulnerables al estrés en situaciones de separación prolongada o ambientes con poca interacción humana. Este cambio en la relación podría influir también en la forma en que los perros manejan situaciones de incertidumbre o ansiedad, ya que estarían menos preparados para lidiar con entornos desconocidos o difíciles sin el apoyo humano.
Además, la adaptación a entornos urbanos podría llevar a una disminución en ciertas características que antes eran vitales para la supervivencia y el trabajo, como la agudeza olfativa o la resistencia física. Los perros podrían evolucionar hacia cuerpos más pequeños y estilos de vida menos activos, lo que afectaría no solo su comportamiento, sino también su salud a largo plazo, como una mayor tendencia a padecer enfermedades relacionadas con el sedentarismo o una genética más propensa a trastornos emocionales como la ansiedad por separación.
El futuro de la evolución canina estará fuertemente influenciado por cómo los humanos continúen moldeando la relación con sus perros, tanto a nivel emocional como biológico. Mantener un equilibrio entre la domesticación y la preservación de habilidades esenciales podría ser clave para asegurar que los perros continúen siendo compañeros saludables y resilientes en las décadas por venir.
El descubrimiento de que los perros están entrando en una tercera fase de evolución, impulsada por la hormona oxitocina, arroja nueva luz sobre la relación entre humanos y perros. Lo que comenzó como una relación funcional ha evolucionado hacia una profunda conexión emocional que está cambiando no solo el comportamiento de los perros, sino también su biología y genética. A medida que los perros se adaptan más a la vida moderna, su evolución continuará moldeándose por los entornos y las expectativas humanas, lo que plantea preguntas fascinantes sobre el futuro de esta especie tan cercana al ser humano.
Este proceso de evolución en curso subraya la importancia de seguir investigando cómo la vida moderna afecta a los animales que nos rodean y cómo podemos asegurar su bienestar en un mundo en constante cambio.