Sistema de detección perro K-SAR en zonas agrestes
En el perro de búsqueda, podemos distinguir en el ejercicio de detección de personas desaparecidas tres fases. La primera fase es la de condicionamiento a la búsqueda o activación a la búsqueda, una segunda fase en la que se concreta esta búsqueda y finalmente la de señalización o detección.
La fase intermedia de detección es aquella en la que el perro se encuentra en predisposición a la detección del olor humano. Este olor humano o componente orgánico volátil es el elemento de referencia a partir del que hacerlo de referencia a la identificación.
En esta fase podemos distinguir tres mecanismos de detección esenciales en la búsqueda: la detección por venteo, la detección por rastro y la detección por residual.
Cabe reseñar que estos tres mecanismos mencionados, son mecanismo propios del perro operativo de búsqueda de personas vivas, esto quiere decir no confundiremos la mecánica de formación del perro de rastro con olor de referencia con el mecanismo de rastro para perros de venteo.
En esta detección por venteo el perro orienta su nariz hacia la concentración de mas COV en desplazamiento por corriente de aire. Estas corrientes de aire se denominan en el ámbito de la detección conos de olor.
Estas manifestaciones de desplazamiento del olor humano tienen una representación básica que es en forma de cono donde uno de sus vértices es el punto de emanación de la persona desaparecida o víctima y su máximo ensanche es donde el perro percibe su detección.

Este triángulo tridimensional olfativo puede manifestarse en función de su la corriente de aire y puede representarse a su vez de forma más o menos espigada, más o menos irradiada o profunda, más o menos abierta o amplia.
En el caso de ausencia de corriente de aire podemos considerar que el cono de olor ya no existe y pasa a tener forma de hongo o nube de olor.
Esta representación olfativa también tiene diferentes representaciones en función de la orografía del terreno pudiendo asimilarse en forma de remolino, en forma de abanico, etc…
Del mismo modo debemos tener en cuenta que el COV es sensible a las condiciones climáticas (temperatura, grado de humedad y franja horaria).
En segundo término disponemos del trabajo del perro de búsqueda apoyándose en la herramienta táctica en el rastro sin olor de referencia.
En este sentido disponemos del apoyo olfativo en el olor humano o COV fresco que se precipita y queda depositado ante el paso de la víctima por la ruta hasta su posición final.
Este track olfativo y su detección es un recurso que está a disposición del perro K-SAR que en su versatilidad escoge la herramienta en la detección que considera más oportuna.
Finalmente, dispone el perro K-SAR de la posibilidad de detección mediante el olor residual. La transferencia del COV hacia un objeto o elemento en el que se haya apoyado la victima constituye un punto de anclaje o de referencia en el proceso de lectura e interpretación olfativa del perro de búsqueda.
De estos ya tenemos los tres elementos principales a nivel de recursos estratégicos en el proceso cognitivo de búsqueda.
El perro de búsqueda versátil es capaz de transicionar de un recurso a otro de los anteriormente expuestos de forma fluida. Del mismo modo también es capaz de escoger cual de los tres recursos citados es el más eficiente en cada momento en base a las características de búsqueda.
Alguno se cuestionará si esta transición es la misma en cada perro frente a un mismo ejercicio de búsqueda.
Indudablemente, para cada perro de búsqueda la interpretación cognitiva del entorno es distinta. Además de ello hay que tener en cuenta la predisposición natural de cada perro a uno de estos tres recursos.
En resumen, el perro de trabajo en su formación así como en su fase final a nivel operativo debe ser versátil y altamente adaptable en ejecución del planteamiento estratégico de búsqueda. Cuanto mayor sea este aspecto más garantía de éxito habrán en la localización de las personas desaparecidas.